La gordofobia mata en forma de trastornos alimenticios provocados por la imposición de cánones imposibles de alcanzar cuando les decimos a nuestros gorditos preciosos la flagrante mentira de que sus cuerpos no son bellos.
La gordofobia mata en forma de discriminación médica cuando los doctores se aferran a culpar a la obesidad de todos los males, aunque no es así, pues la obesidad solo es culpable del 85 —o a lo mucho el 90— por ciento de los males de nuestros saludables cachetones.
La gordofobia mata en forma de perpetuación de estereotipos dañinos, pues curiosamente y sin ninguna correlación, son nuestros adorables gorditos los que más sufren de diabetes tipo II, dislipedmia, hipertensión, neoplasias, ovario poliquístico, hígado graso y enfermedades cardiovasculares, pues pareciera que hasta natura es gordofóbica.
Nunca debemos olvidar que la gordofobia mata, aunque tampoco está de más que te eches un taquito menos, que subas por las escaleras y no por el elevador, o que te vayas caminando al Oxxo en lugar de llevarte el carro, porque la gordofobia mata, pero curiosamente solo mata a los gordos.
Y si lo pensamos bien, si nos fijamos en los datos, si dejamos de repetir como estúpidos el mantra buenito del momento, quizá nos demos cuenta de que no, la gordofobia no mata, pero la obesidad sí.