Cada mañana, el calor del sol nos hace olvidar esa terrible sensación de soledad que el cielo nocturno nos inspira. Su cercanía nos deslumbra, nos engaña y nos convence de una ilusión: que la existencia es luminosa, habitable, cálida.
Pero el universo es un lugar frío. En el vasto cosmos, la oscuridad del vacío es la regla, no la excepción. Las estrellas son chispas que arden un instante y luego se apagan para siempre.
Un día comienzan a brillar y dar calor pero, como todo lo que existe, traen encima una sentencia de muerte. Pronto empiezan a menguar. Se consumen sin remedio hasta que, vencidas por su propio peso, víctimas de su misma fuerza, se contraen hasta el colapso y la autodestrucción.
Voltea al cielo en una noche despejada. A ese incontable número de luces titilantes les espera el mismo destino. No hay estrella que brille eternamente.
En este guion sin sentido ni final feliz que es tu vida, te espera exactamente lo mismo: una muerte programada que llegará sin importar la intensidad o la tibieza que le imprimas a tus días.
Arde, consúmete, ilumina. Tú eres la estrella de esta película.