Hay que seguir adelante porque así avanza el tiempo. No hay vuelta atrás y no se puede regresar a lo que fue o a lo que pudo haber sido. No hay nada más allá de lo que sucede, y hay veces que hay que continuar a pesar del entorno, de las circunstancias, de los demás, o de nosotros mismos.
Y así, con los pies ya hundidos en el pantano que contribuimos a crear, hay que seguir. Seguir hacia otra cosa, otro comienzo, otra historia. Seguir hacia otro rumbo, hacia una dirección distinta a la que nos trajo aquí, hacia una trayectoria que nos acerque hacia donde queríamos llegar.
Al menos nosotros, los que creemos en esa capacidad, vinimos para avanzar. Los que creemos en el poder de decidir, en la posibilidad de tomar las riendas del presente para dirigirnos al futuro que imaginamos, acá seguimos, y no podemos concebir ni aceptar una opción distinta a la de cambiar la realidad con la que no comulgamos.
Ni mi familia ni yo hemos dependido nunca de nadie que no seamos nosotros, de nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y dedicación, de nuestra entrega a la propia vida que atesoramos y que buscamos que sea mejor cada día a través de ese mismo trabajo, ese esfuerzo y esa dedicación.
Hay que seguir porque no hay otra opción. Elegir la forma en que enfrentamos la adversidad es un tema personal. Desde mis ojos, todo parece alcanzable cuando tomamos la responsabilidad y la posibilidad en nuestras manos. Hay que seguir, nuestros pies no van a moverse sin nuestra voluntad, y nadie va a andar nuestro camino por nosotros.
Si tú, así como yo, crees en esa voluntad y en la capacidad de ejercerla, entonces acompáñame. Hay que seguir.