Por más que corras no podrás huir de ti. Eventualmente tendrás que enfrentar tus decisiones, tus elecciones y tus convicciones. El gran problema es que la mayoría de las veces vamos tomando esas decisiones sin tener claro a dónde queremos llegar, hacia dónde nos dirigimos.
Decidir es elegir caminos. Toda decisión entonces modifica la trayectoria y te acerca o te aleja de algún lugar. La clave está en aprender a decidir con visión de futuro, con claridad del lugar al cual queremos llegar para que así, cada elección tomada, nos acerque a él.
Mientras eso no esté claro, decidir se vuelve una moneda al aire, o muchas veces, una bala perdida.
Por no saber decidir nos quedamos en donde no queríamos quedarnos, con gente con la que ya no queríamos estar, en donde perdemos la paz.
Y peor aún, por no saber decidir dejamos ir a quienes querríamos haber conservado, y nos alejamos de donde podríamos haber tenido la bondad de ser felices.
Hoy aquí, frente a esa verdad, y pensando en el camino que me lleva a dónde siempre quise estar, deseo que aprendas a decidir y a caminar sobre esas decisiones, pero deseo mucho más, que puedas dilucidar el lugar al que quieres llegar, porque ahí radica el rumbo de tu vida.
Aprender a decidir es avanzar, y por más que corras no podrás huir de ti.