En la medida que avanzamos hacia nuestro final, encontramos en el camino personas que no estaban ahí cuando llegamos pero que nos acompañarán a través del tiempo en los buenos momentos y también en las épocas más oscuras.
Para mí, esta ha sido una trayectoria colmada de gente impresionante, entregada a sus queridos, firme en sus convicciones, dispuesta a ayudar en lo que sea, cuando sea y para lo que sea, personas trabajadoras inquebrantables que, entienden el valor de hacer para conseguir, y también la necesidad de compartir para tener más.
Amigos que me han abierto las puertas de sus hogares para ofrecerme un vaso de agua, una carnita asada, o lealtad de por vida, todo con la misma naturalidad de quien te saluda sin esperar nada a cambio, pero con la apertura para darlo todo.
Una vez, por ejemplo, conocí a uno de ellos en una mesa de una ciudad que no era la de él y tampoco la mía, mientras jugábamos póquer con otro entrañable amigo en común que nos presentó. Esa casa, esas amistades y esa mesa, se volverían después el punto exacto donde nacería la idea de este podcast.
Dicen que los amigos son la familia que uno escoge, y yo he vivido en mi propia carne y piel, esa amistad absoluta y verdadera que la gente de esta ciudad donde estamos hoy sabe entregar.
Hay regios de nacimiento, como Shuy, y regios de corazón, como Pach, y al igual que Lalo, que Bandido, que Adrián, que Elías, y que muchos otros con los que he tenido la fortuna de coincidir, se han vuelto familia y morada para mí y para muchos más.
Ustedes, regios, saben llegar y saben permanecer, ustedes regios, saben volver, a quienes no nacimos aquí, parte de lo que son, de su cultura, de su ciudad, de su corazón, de su núcleo, y de su familia.
Gracias por recibirnos hoy, gracias por querernos tanto y gracias, sobre todo, por los chicharrones de la Ramos y la carne de la San Juan.
Ustedes también ya viven en nosotros. Quédense siempre.