Un pie fuera de la cobija
Aunque parece evidente, a veces cuesta entender que uno es uno, aquí y justo hoy; en gerundio. Todo lo demás anecdótico.
Y aunque a la gente como nosotros, los que tomamos el café negro, nos cuesta mucho trabajo cambiar de rumbo cuando los cabos están sueltos, a veces toca irse a pesar de que el quizás esté prorrogado y el adiós siga en trámite.
A la gente como nosotros, los que dormimos con un pie fuera de la cobija, nos es bien difícil dejar el sitio que una vez amamos sin ofrecer las disculpas que caben, sin intentar restaurar lo roto, sin querer encintar de precaución el corazón ajeno que alguna vez herimos por el descuido del propio.
Y no es que la gente como nosotros, los que apretamos los ojos con el sol, busque el indulto del pasado porque el recuento de los daños realmente lo amerite, sino porque en el arrebato del amor no hay quien no se equivoque alguna vez. Y a veces irse sin pararse derecho y decir de frente «me equivoqué» sabe a deuda por pagar.
Hay quien cree que el único modo de volver a comenzar es con la casa limpia y vacía. Lo cierto es que, puertas adentro, uno sabe que está encariñado con cierta mancha en la pared o que no tuvo el valor de tirar el barquito de papel que aún navega en la cabecera.
Entonces la casa se queda llena. Vaciarla tomaría más tiempo del que nos queda por vivir y uno tiene alma de ropavejero.
Hay técnicas arquitectónicas que proponen levantar desde las ruinas; con materiales que dejen bien claro que alguna vez, lo que ahora está en pie, estuvo destruido. La cicatriz que todavía duele, atraviesa tus muros de carga; borrarla echaría abajo lo que eres. Mejor vivir así, levantarse a pesar de todo.
No hay tiempo. El reloj crepita. Comienza hoy y desde donde estás. No le debes nada al pasado. A lo mucho: ajusta tus cuentas con los que te quieren escuchar de los que quisiste. Y ya. A lo que sigue.
Si te ayuda y sólo si la propia decencia te pica las costillas, todo eso que crees que te debes, págaselo a tu futuro. Allá, cuando te encuentres y el tiempo llegue por ti, estarás a mano.