No sé muy bien cómo decirlo, pero creo que el pasado es tan incierto como el futuro; que ambas son ideas determinadas desde la mitad de la cuerda sobre la que cruzas el vacío; que cada paso que pones delante de ti modifica tanto lo que será, como lo que fue. Mientras vas, cambias a donde vas, pero también de donde vienes.
Tenemos por cierto que cada una de nuestras diligencias va a llevarnos a un singular y único destino diferente de todos los demás escenarios posibles y paralelos; pero dudamos siempre de la plasticidad de nuestro pasado. Como si lo vivido estuviera escrito en piedra y no fuera una idea nuestra de nosotros, una narrativa que vamos contándonos: una historia hacia atrás y una intuición hacia adelante.
Así, mientras eres, vas agregando detalles a lo que fuiste y supuestos a lo que serás; ésa es mi tesis, el pasado también cambia mientras te diriges al futuro. Porque eres más grande, más ancho, más experimentado; tienes más kilómetros, más herramientas, más heridas; no conservas casi nada de lo que tuviste o, mejor dicho, ya lo diste todo o lo extraviaste.
Entiendo que las cosas son como son; pero también sé que las que fueron son distintas cada vez que vamos a ellas desde distintos nosotros: cada yo. Cualquiera de tus recuerdos se ve diferente hoy que a tus 21 y todavía ni siquiera son su versión final.
Lo que digo es que el pasado es un lugar incierto y más valdría vivir de tal modo en el que puedas construirle un sitio más amable y un tú más digno a tus propios recuerdos.